Es mucho es lo que se ha escrito sobre la variedad Malbec y es necesario destacar que su histórico anclaje lo realizó finalmente en la provincia de Mendoza en Argentina, luego de transitar vaivenes de diversa índole y con un contenido político importante, ya que desde su origen, no causó indiferencia ni su nombre, ni su desarrollo histórico posterior que lo fue reubicando hasta convertirlo en la emblemática cepa argentina.
Esta variedad que proviene de Cahors y que también se había adjudicado su origen a Quercy, en el sudoeste de Francia, ya cuenta con una historia en relación a su nombre, ya que Malbec desde una primera instancia fue reconocida por el que sería el primer hombre que plantó la uva en Francia, cuyo origen era húngaro y su apellido Malbek, su significado derivaba de “mala boca” ya que así fue rebautizado por su difícil adaptación al suelo francés. A este cepaje se lo conocía como Cot, Pressac, Cahors y Auxerrois, entre otras, donde comenzaría a enfrentarse a una realidad contextualizada por el flagelo de una enfermedad producida por un pulgón y que se denominaba filoxera a mediados del siglo XIX que selló su camino. A partir de allí, su destino emprendería un viraje histórico que lo llevaría hacia tierras sudamericanas.
Sería Mendoza en donde finalmente se darían las excelentes condiciones climáticas y el suelo para desarrollarse. Todo esto sucedió en 1852 luego de que Sarmiento, que se encontraba en Mendoza, propone la contratación del agrónomo francés Michel Aimé Pouget y que sería el encargado de traer los plantines de la variedad Malbec.
Durante décadas, junto al Cabernet Sauvignon, fueron las cepas predominantes en Mendoza, su adaptación resultó impactante incrementando potencialmente su capacidad y la cantidad plantada, las características de una gran amplitud térmica y suelos franco-arcillosos de la región hizo que el Malbec fuera mundialmente reconocido y hasta en su lugar de origen, en Cahors, se ha dado un resurgimiento de esta cepa.
El hollejo de esta uva es resistente y posee notables taninos, de color negra azulada y con una pulpa blanda y carnosa, este variedad presenta en el aspecto visual colores rojos rubí intensos con tonalidades violáceas, casi acariciando el negro, con aromas muy frutados, predominando entre las frutas rojas la ciruela, la cereza, también son apreciables las guindas, notas flores como la violeta, aromas a trufas, chocolate e incluso de vainilla y en boca una gran calidez con toques dulzones y frutales muy amables y agradables que lo hacen significativamente distintiva, es necesario reconocer que después de todo su largo trayecto histórico y las vicisitudes en tan distantes regiones, ha dado mucho que hablar, destacando sin temor a equivocarnos que el Malbec se ha convertido a través del tiempo, en una variedad "para no olvidar". Bon Appetit.