26 agosto 2009
PLATOS Y VINOS: EL PLACER DE LA ARMONIA
Cuando hablamos de las armonías entre gustos, nos referimos a un arte fundamental, el equilibrio de sensaciones entre alimentos y vinos, que tiene que ir acompañado de verdadero conocimiento, tanto del plato como del caldo.Para esto se requiere un buen gusto, tanto sea de carácter innato, como del derivado de la experiencia, pero siempre es esencial, (dejando a un lado al snobismo), darle la última palabra al gusto personal, siempre y cuando no caer en extremas excentricidades, ni grandes aberraciones.Lo cierto es que en estos maridajes, o casamientos, lo que se trata de hacer, es emparejar al alimento con el vino, juntar dos sabores complementarios, y esta combinación va a permitir una delicia gastronómica, infinitamente superior a lo podría representar cada uno en forma separada. No tenemos que olvidar que un aroma y un sabor de un vino, pueden reforzar o destrozar, el sabor de los alimentos que ingerimos.Hay que pensar que existen algunas reglas necesarias para tener en cuenta, reglas que son orientativas, que tienen la virtud de hacer coincidir el gusto de la mayoría de los consumidores, pero para ello, tanto el vino, como la comida, deben acomodarse a ciertas normas admitidas.Las combinaciones de platos y vinos, más conveniente podría ser interminable, pero se puede resumir aconsejando los vinos blancos para los pescados, y los vinos tintos para las carnes rojas, pero estas combinaciones se encuentran girando en torno a múltiples e infinitas variaciones de matices.En la gastronomía, existen reglas básicas que aconsejan acompañar a cada plato con el mismo vino que se utilizó para cocinarlo. Entre otras “reglas”, los vinos tintos tánicos, robustos, pigmentados, se acompañan a las carnes rojas y de caza, los pescados, y las aves más delicados, se maridan perfectamente junto a vinos blancos ligeros, en el caso de pescados más grasos, y algunas carnes blancas, su complemento culinario, pasa por tintos ligeros, rosados o blancos más estructurados.Algunos ejemplos para visualizar lo que se sostiene más arriba, en cuanto al acompañamiento ideal de un plato y un vino, e imaginar su equilibrio, y por supuesto sus aroma y sabor, como el complemento mutuo;Para el aperitivo, para unos finos canapés, va muy bien acompañado de un blanco seco, o un rosado joven, embutidos fuertes y picantes, suele acompañarse muy bien con un Pinot Noir o un Merlot sureños.Pastas, arroz y sopas, pueden ir acompañados de Pinot Noir, algún rosado seco o un Chardonnay o Sauvignon Blanc, sumamente estructurados.Junto a los pescado como las langostas, las ostras, mejillones o vieiras, se puede maridar adecuadamente con un Chardonnay, un Viognier o un Chenin, y con relación a pescados más grasos, como los de río, pescados fritos, truchas y anguilas, pueden combinarse con vinos tintos, y hasta algún vino tinto maduro y envejecido.Y cuando hablamos de la carne, cuando son acompañados de salsas ligeras, los vinos deben ser tintos suaves, para caza menor, como perdices, codornices, vinos envejecidos y perfumados, donde el Merlot o un Malbec, con paso por roble, daría el justo equilibrio, y en el caso de caza mayor, vinos tintos envejecidos, robustos y de mucho cuerpo, del mismo modo con la carne a la parrilla, y todo lo que significan las achuras, que deben ir acompañadas de tintos como el Cabernet Sauvignon o el Syrah.Y para el postre, con frutas carnosas, como peras, duraznos o frutos secos, como las almendras y las nueces, vinos muy aromáticos como el Moscato dulce, Garnacha o Mistela, dan una armonía que resulta muy singular, para este tipo de postre. A disfrutar del exquisito placer de un creativo maridaje y Bon Appetit.
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